sábado, 9 de febrero de 2013

EL EFECTO MARIPOSA: DE LA EJECUCIÓN DE BIN LADEN AL ASESINATO DE VACUNADORAS



Me deja abatido y perplejo la noticia sobre el asesinato en Nigeria de nueve mujeres cuyo único “delito” era ir vacunando de Poliomielitis a niños por las aldeas.

¿Quién lo ha hecho?, preguntamos indignados…


“… las sospechas apuntan a los islamistas radicales de Boko Haram, que rechazan de plano lo que denominan medicina occidental y combaten a las autoridades para imponer la sharía, la ley religiosa, en el país. Nigeria es uno de los tres países donde la polio —el virus puede causar casi de inmediato parálisis permanente— es aún endémica…”

Pero, sigue el artículo señalando que no sólo en Nigeria han muerto sanitarios cumpliendo con su deber…
“…Otro es Pakistán, donde entre diciembre y enero, al menos 16 personas —la mayoría mujeres— empleadas en campañas de vacunación fueron asesinadas por los talibanes. El tercer país es Afganistán…”

Aquí puede acometernos la santa ira contra los fundamentalistas religiosos; o incluso, sacar los resabios carpetovetónicos y tildar de salvajismo a los islamistas o al islám…

El País aclara una parte de la historia que parece ocupar un segundo plano…

“… La desconfianza, cuando no el rechazo frontal, de líderes musulmanes fanáticos a las vacunas viene de lejos pero se ha agravado en los últimos tiempos después de que la CIA montara una falsa campaña de vacunación en Abbottabad (Pakistán) para confirmar la identidad de Osama bin Laden y capturarlo (la película La noche más oscura le dedica incluso una fugaz referencia). El médico paquistaní que dirigió aquella inmunización fue condenado a 33 años de cárcel por traición…”

Vaya, vaya, vaya… Resulta ahora que la ejecución extra-judicial en operación militar de EEUU y la CIA, ha tenido una cascada de efectos secundarios; una falsa campaña de vacunación ha llevado a crear una coartada verosímil para que los soldados fanáticos desaten su venganza en pobres e inocentes mujeres que intentan evitar una generación de niños paralíticos en las aldeas más pobres de la tierra.

Pero, ¿no deberíamos preguntarnos quién es más salvaje en esta historia?; o ¿Quién es cuando menos tan responsable o más por esta catástrofe? Las pistolas no son culpables; lo son los que las disparan; y lo son también los que manipulan a los fundamentalistas que lo hacen… y lo son los que debiendo dar ejemplo de valores de respeto a la justicia y a la legalidad nacional e internacional, se arrogan el derecho de imperar en un mundo caótico, para hacerlo más caótico e inhumano aún… 

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