sábado, 10 de marzo de 2018

HOMBRES VS MUJERES: CAMINANDO JUNTOS Y VENCIENDO INCOMPRENSIONES.


Siempre que hacemos categorías generales cometemos errores e injusticias. Los catalanes avaros, los vascos brutos, los andaluces vaguetes, los aragoneses cabezotas…  

Los tópicos son particularmente imprecisos y malintencionados; pero de forma más generalizada, podemos considerar que el lenguaje se basa en constructos abstractos imperfectos, que dan lugar a equívocos. Pero son útiles, y por eso las usamos, aunque exista el riesgo cierto de incomprensión y equivocación en la representación fiel de la realidad.

Cuando hablamos de feminismo y de opresión de la mujer, también usamos una categoría abstracta, que representa una masiva cantidad de normas, cultura y situaciones por las cuales las oportunidades de desarrollo personal y profesional de las recién nacidas, difiere enormemente de la de los niños. Pero aquí a una gran diversidad personal y social; afortunadamente, cada vez más mujeres se sobreponen a su lastre, aunque la mayoría van renqueando y suportando con más o menos resignación las desventajas añadidas. 

Muchos hombres, disfrutando de ventajas comparativas, no han conseguido aprovecharlas; otros sí, aunque nunca sabremos en qué porcentaje ha sido por el “dopaje social”, o por su esfuerzo personal y dedicación; pero el segundo componente es real.

Además, hay cambios en el comportamiento masculino: algunos asumen la paternidad de forma muy responsable, y colaboran en muchas actividades domésticas (para la cual sus madres rara vez los prepararon o indujeron a realizar); son correctos en el trato laboral y social con las mujeres, y no utilizan la jerarquía para someter o humillar a nadie; y son respetuosos y nunca han usado la violencia.

Me encuentro que muchos de estas buenas personas y buenos profesionales del sexo masculino se encuentra irritados y malhumorados por la atribución de machismo universal que perciben de una parte de los mensajes del feminismo militante. Otras voces feministas son más atemperadas y se centran en la igualdad de oportunidades. Pero las más estridentes destacan. E incluso las hay más insidiosas que vindican o añoran una superioridad intelectual y caracterial femenina, que cuando se realice en plenitud acabará con la guerra, el hambre, la pobreza, las desigualdades… tal desmesura no puede ser bien recibida, porque apelaría a características biológicas inmodificables y no susceptibles de valoración moral.

No son buenos tiempos para estas gentes; porque ni creo que el discurso adversarial del feminismo vaya a cambiar, ni me parece posible que las categorías semánticas que describen el machismo y patriarcado puedan desdoblarse en matices que permita abrir un hueco confortable para los varones civilizados, cooperadores y apacibles. 

Creo que la opción más práctica para este grupo es aprender a aguantar deportivamente las pequeñas injusticias verbales, interpersonales y sociales; y dirigir el malhumor que pude producir el trato injusto, hacia aquellos otros hombres que, con su comportamiento sectario, burlón, desconsiderado o agresivo, están maltratando a las mujeres, y cerrando sus oportunidades de caminar a nuestro lado.

Vendría bien que el feminismo tuviera más cuidado en los mensajes; pero no es fácil pedirlo cuando hay tanta desigualdad, maltrato y violencia. En unos años quizás… con un poco de suerte…

Por lo tanto, en este tramo del camino hemos de pedir (hemos de pedirnos) a las buenas personas del sexo masculino un plus de paciencia y comprensión…

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